Felices, afortunados, bienaventurados los que son perseguidos por buscar los valores del Reino de Dios. Serán bendecidos todos los que tengan que pasar por insultos, rechazos y desprecios; así mismo le pasó a Jesús, fue rechazado, injuriado, calumniado por mostrar el amor del Padre acá en la tierra y poner en alto la verdad.
De la Cobardía a la Valentía
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Jueves, 9 dic
“Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan, y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.” Mt. 7, 13-29
La Virtud el ser valiente.
El Virus es la cobardía.
Felices, afortunados, bienaventurados los que son perseguidos por buscar los valores del Reino de Dios. Serán bendecidos todos los que tengan que pasar por insultos, rechazos y desprecios; así mismo le pasó a Jesús, fue rechazado, injuriado, calumniado por mostrar el amor del Padre acá en la tierra y poner en alto la verdad.
La expresión “perseguidos a causa de la justicia” significa “perseguidos por causa de Jesús”, por seguir sus enseñanzas.
Recordemos que el discípulo de Jesús debe entrar por la Puerta angosta.
La puerta angosta es la puerta del sacrificio, de la prueba, de la conversión de la renuncia a todos los virus que obstaculizan el crecimiento de un cristiano: el orgullo, la violencia, la dureza de corazón, el egoísmo, el rencor, la hipocresía, el espíritu conflictivo y la cobardía. Tú puedes escoger libremente ir por el camino ancho, que es el camino del facilismo que ofrece el mundo y que va a la perdición, o por el camino angosto que lleva a la vida, a la felicidad, a la plenitud.
El camino ancho es el del menor esfuerzo: que cambien los demás, yo ya soy así… yo no necesito… El camino ancho es el del poder, el tener y el placer; es el camino del desorden, del engaño, de los vicios, del pecado, de la muerte en vida, de las pasiones, de la impureza, de las cargas, de las culpas. Lastimosamente muchos se han ido por allí y se encuentran solos, amargados, sin ideales y lo más triste, en contravía de la salvación.
El virus que te impide disfrutar esta Bienaventuranza es:
LA COBARDÍA.
El cobarde no se compromete; tiembla ante la prueba y ante el sufrimiento. El cobarde es desconfiado, le tiene miedo a la prueba, al sufrimiento. Es miedoso, se amilana sobre todo ante la crítica de la familia, de los compañeros de trabajo, de sus amigos.
A la persona cobarde le da pena que sepan que ella ama a Jesús, que es cristiana, Católica, que asiste a la Eucaristía o que tiene algún rasgo de vida espiritual. El cobarde prefiere callar y pasar desapercibido. Algunos de ellos emprenden una acción buena, una obra de Dios o cualquier actividad evangelizadora y a la menor crítica, prueba o problema que se presenta, se desaniman y muchas veces acaban con proyectos importantes. Otras veces se aíslan y se encierran en sí mismos y no luchan por la justicia.
Para disfrutar de la gran promesa de esta Bienaventuranza, es necesario tener un sentido esperanzador en el sufrimiento. Es preciso recordar que el sufrimiento es una realidad, porque todos pasamos por él. Además es una realidad misteriosa porque no entendemos el propósito que hay detrás de cada sufrimiento. Lo que sí podemos decir es que en esos momentos de impotencia, de soledad y de abatimiento, nos acercamos más a Dios. Cuántas personas buscan al Señor cuando pasan por momentos de inmenso sufrimiento. Cuántas personas a raíz de un accidente, de un problema serio, han llegado a sus pies. El sufrimiento, sobretodo el que se hace por la extensión del Reino, nos acerca a Dios y tiene un sentido purificador y salvífico.
La maravillosa promesa de esta Bienaventuranza es El Reino de Dios. Con todas sus gracias y bendiciones. Es Jesús mismo en las manos del Padre dándonos todo su amor. Es una promesa de felicidad, de victoria y de resurrección.
Producción y Locución
Esposos Humberto Díaz e Isabel Botía
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